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LAS GERMANÍAS: UNA REVOLUCIÓN POR LA IGUALDAD

La guerra de las Germanías fue una de las más importantes revueltas del mundo proletario contra la nobleza en la primera mitad del s. XVI y se extendió por los reinos de Valencia y Mallorca. Su nombre proviene de la palabra valenciana “Germà” en castellano “hermano”, que fue como se denominaron y se agruparon los protagonistas de esta rebelión: “els agermanats”.

El conflicto nació en el sino de los gremios valencianos, que desde época de Fernando el Católico tenían el privilegio real de poder armarse a fin de hacer frente a los posibles ataques de piratas berberiscos. Aprovechando la ausencia del nuevo monarca Carlos I en la península, quien se había trasladado a Aquisgrán para ser coronado emperador, y con el considerable abandono de la capital por la nobleza como consecuencia de un brote de peste acontecido en 1519, los agermanados tomaron las armas a fin de hacer frente a las injusticias que vivían por los abusos señoriales y hicieron huir de la ciudad al Virrei, Diego Hurtado de Mendoza, Conde de Melito.

El bando agermanado se caracterizó por la heterogeneidad de sus integrantes. Desde trabajadores de la tierra hasta ciudadanos con cierto bienestar social sin título nobiliario, pasando por los diferentes gremios de trabajadores y artesanos; esta combinación no les dio muchas ventajas, tenían demasiados intereses diferentes que no les hacían luchar con fines plenamente comunes. Entre sus reivindicaciones principales estaba el aumento del protagonismo de las clases obreras en las instituciones municipales, la modernización del funcionamiento del consejo de las ciudades y la mejora del sistema de elección de los jurados.


Imagen extraída de blog.ua.es

Aunque el conflicto agermanado tiene su nacimiento en la capital del reino de Valencia, donde capitanearon la revuelta los trece lideres agermanados más relevantes “els tretze de València” o “Junta dels tretze síndics del poble”, cabe tener en cuenta que hubo otros señoríos estratégicamente importantes en esta guerra como fueron Corbera, Cullera, Xàtiva y el que nos ocupa, el ducado de Gandia que se encontraba bajo el mandato de Juan de Borja III Duque Borja de Gandia.

Fueron los agermanados de Gandia, los “veintidós de Gandia”, los que marcaron un antes y un después en esta revuelta, siendo los últimos en sumarse al conflicto con un mayor sentimiento de lucha anti señorial. Los agermanados Gandienses estaban cansados de lo que consideraron ofensas y abusos por parte de Juan de Borja, aunque cabe señalar que todos ellos eran cercanos al duque con quien negociaban y comerciaban. La mayoría de los “veintidós” ocupaban puestos relevantes en el consejo de la ciudad y por tanto eran beneficiarios de diversas operaciones relacionadas con la economía municipal. Su traición enfureció al duque quien buscó los correspondientes apoyos señoriales para convertir el conflicto, hasta ahora diplomático y liderado desde la capital del reino, en un verdadero conflicto bélico y de estrategia territorial.

Juan de Borja, III duque de Gandia buscó la ayuda del virrey expulsado, Diego Hurtado de Mendoza y a otros señores del reino para defender el territorio que consideraba de legítima propiedad. Hubo diferentes batallas a lo largo del reino y en la mayoría los nobles fueron vencedores, pero hubo una que se les resistió y precisamente fue en territorio Gandiense.

El pasado 25 de Julio, día de San Jaime, se cumplieron 500 años desde aquella sangrienta “Batalla del Vernissa” que supuso la victoria del bando agermanado. Una victoria muy esperada pero brevemente temporal, dado que en un periodo muy corto de tiempo los señores consiguieron retomar el control, volver a sus casas y juzgar a los principales protagonistas e implicados en la revuelta.


Imagen extraída de http://www.regnedevalencia.es/guerra-germanies-reino-valencia/

Las consecuencias de la batalla dejaron una Gandia devastada por diversas razones; los agermanados saquearon las casas de los ciudadanos que no les apoyaban y sobretodo la casa del Duque “el Palau Ducal dels Borja”, centro del poder señorial del Ducado y lugar en el que, entre otras cosas, quemaron el archivo del ducado, recién renovado por la Duquesa María Enríquez de Luna, madre del Duque.

Para los moriscos que habitaban la villa, la cosa no fue mejor, dado que los agermanados los consideraron un apoyo de los señores. Fueros asesinados, heridos y en el mejor de los casos bautizados haciendo de ellos conversos a la fuerza.

La ciudad quedó devastada, tanto por el bando agermanado, como por los apoyos castellanos que había conseguido el Duque de Gandia que aprovecharon el momento de la Batalla para acudir en masa a la cuidad y robar todo lo que encontraron a su paso.

En conclusión, diremos que la Guerra de las Germanías nacida ante una necesidad de justicia política y gestionada de forma diplomática por sus ideólogos y primeros agermanados de Valencia, acabó convirtiéndose en una crisis armada sin objetivos comunes y sin enemigos concretos. El reino de Valencia acarreó durante largos años las difíciles consecuencias de este conflicto que lejos de solucionar las injusticias sociales las terminó aumentando. Para Gandia supuso la destrucción de gran parte de su patrimonio y la pérdida de población, sobretodo morisca, que trabajaba la caña de azúcar y por tanto población directamente responsable del enriquecimiento de la ciudad, recién renovada por la Duquesa María Enríquez durante su regencia.

Publicado en Palau Ducal dels Borja

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